9 ago 2007

Aquel lugar al que le debo tanto y otras cosas más

Aquel lugar donde iba cada mañana... era parte de mi vida, el único motivo de mis preocupaciones, que tampoco eran demasiado grandes, aunque entonces si que lo parecian. Me levantaba a las 8:00, iba a casa de mi primo "El Dani" (en la acera de enfrente subiendo un poco la calle) después de los menesteres matutitos mañaneros, yo era regordete (sí, mas que ahora), con una gran cartera (por entonces no se hablaba de los problemas de espalda que creaban), una calle asfaltada llena de baches de un barrio periférico por la que nos tirabamos sin frenos con la bici, pero eso es otra historia... Llegaba a casa de mi primo sobre las 8:30 y si había suerte su madre nos llevaría en la vespa junto a mi primo y mi prima, sí, ibamos 4 en una moto, y ninguno llevaba casco, ni siquiera se como la moto andaba, eran otros tiempos; pero para eso tenía que haber suerte, porque muchas veces mi tía tenía que trabajar o la moto no andaba, entonces tocaba irse andando, unos 20 minutos andando hasta el colegio, no se como lo hacíamos porque la última vez que hice esa distancia con unos 15 años más tardé los mismos 20 minutos y ya mis pasos eran más largos, no llevaba esa cartera a la espalda, y tampoco estaba tan regordete... en fin, los milagros de los niños.

Entonces llegaba a ese sitio que me ha visto crecer, donde aprendí a convivir, donde aprendía a leer y multiplicar, donde jugué, compartí buenos y no tan buenos momentos... allí tuve a la Señorita Toni, la Señorita Marisol, la Señorita Inma, la Señorita Carmen y Don Rafa; a todos ellos les debo algo, algo que no podría haberme dado nadie más, y que junto con mis padres han creado la personalidad de este el que yo soy. No solo me enseñaron lo que he escrito arriba, también me enseñaron a compartir, a escuchar, a esforzarme, a creer en mi, a aprender a aceptar derrotas, a mirar hacia el futuro y a pensar en el presente... Pero no solo eso encontraba allí, con los años fuimos perfilando las amistades, allí nos encontrabamos todos: Guada, María Jesús, Mª del Mar, "El Futre", "El Gordo", "El Linterna",... pero sobre todo con "El Tarta", "El Juanlu", "El David", Granadero, y alguno más. Mucho vivimos juntos, tanto dentro como fuera del Cole: esas tardes de fútbol en la plaza donde las "viejas cojoneras" nos reñían porque aquello no era para jugar al fútbol, los trabajos de grupo (sobre todo aquél campo de fútbol de tecnología "¡¡con focos y to!!"), esos tardes saltándonos dentro del cole para jugar dentro (curioso, ahora saltán en otra dirección), las tardes hablando más adelante en el parque de chicas y otras cosas, y tantas y tantas cosas que no recuerdo pero seguro que entonces fueron importantísimas.

Entrar a jugar en el cole no era tan fácil, por aquél entonces no había nada de eso que se llama "Puertas abiertas en centros escolares" para entrar a jugar, había que saltarse para entrar, técnica que fuimos depurando poco a poco y ya sabíamos cuales eran los dos puntos principales (uno a cada lado del cole) para saltarse con más facilidad, dentro las cosas tampoco eran como ahora, el patio estaba lleno de desniveles, rampas que resbalaban, barandillas que eran más problema que el problema que querían evitar, etc.

El cole en sí estaba en cemento al descubierto en muchas partes, nada de servicios adaptados para los peques, ir al servicio en parbulito era toda una odisea creedme, las fuentes no funcionaban, además todas las clases estaban arriba, así que ahí nos veíamos los mequetrefes de 4 añitos con sus megacarteras subiendo las escaleras mientras "la seño" decía "venga con los dos pies, primero uno y luego el otro", en el patio todos juntos, nada de separación por edades,...

Los profes eran gigantes y no se nos ocurría no decir la palabra "seño" o "don" delante del nombre, se hacía lo que decían, nos trataban con cariño y nosotros les cogíamos aún más cariño, aunque cuando eramos más mayores lo negásemos.

Ese sitio ahora 9 años después de que dejara de estudiar allí ha cambiado mucho, pero sigue teniendo la misma esencia, el patio sigue teniendo desniveles, pero ya no resbalan, hay zonas con vallas para evitar caidas absurdas, ya no están las barandillas fatídicas, esta pintado y las pistas arregladas, los peques están aparte en el patio, los servicios para infantil están medioadaptados,
ya no hay cemento al aire, todo pintadito, fuentes que funcionan, clases improvisadas en la planta baja para los peques peques (los de 4 años siguen subiendo),...

He estado allí de prácticas estos dos últimos cursos, mucho ha cambiado, pero la base, el cariño sigue estando, los profes también han cambiado, unos se jubilaron, otros se fueron a los institutos o a colegios en otros lugares, solo queda Doña Inma (la cual ahora es profe de Inglés y no parece ella misma) y Don Rafa, que ahora ya no es Don, sino para mi Rafa a secas, aunque a veces se escapa ese don, ya no parecen tan grande y hasta te puedes cuestionar lo que dice, pero sigue siendo una gran persona a quien debo mucho, como al resto de mis profes, como a ese Cole, mi Cole, El C.P. San José de Calasanz.

3 comentarios:

MandarinaAlizarina dijo...

Me parece muy interesante tu forma de escribir. Me gusta. Sigue haciéndolo, que es un placer leerte. Un saludo.

Rafa dijo...

Manué! mira como acabo de llegar a tu blog de repente jajaja (los informáticos a veces somos magos de circo)


oye, me ha gustado tu percepción de tu cole bastante eee. Ahora te llaman a ti don Manu? deberian...

Pasate por el mio si kieres

Un abrazo neng ;)

{marina} dijo...

Yo tengo mi cole a cien metros de casa y aunque esté diferentes cada cachito de pared, cada puerta y cada ventana me recuerda una historia.

Ser maestro tiene que ser genial... yo puedo acabar siendo profesora de instituto... para nada es lo mismo pero espero que también me quieran ^^ jeje.

Agrego tu blog a favoritos y seguiré leyendote. Te animo a que vuelvas a darle al play y sigas escribiendo.

¡¡Abrazos!!